“La competencia Pura Sangre es adrenalina... cuando vas llegando a la meta y se escucha la bulla de la gente no tiene comparación”, comenta Luis Manuel Jiménez

“La competencia Pura Sangre es adrenalina… cuando vas llegando a la meta y se escucha la bulla de la gente no tiene comparación”, comenta Luis Manuel Jiménez

Por: Juan Carlos Velázquez

• Luis Manuel Jiménez y Luis Ángel Hernández, dos jinetes con un gran camino por delante •

Algunas personas tienen bien fija qué quieren ser de pequeños, a otros, la vida les depara muchas sorpresas. En dos poblados de México: Puebla y Veracruz dos jóvenes tuvieron acercamiento a los caballos, fueron su pasión, y ello lo concretaron cuando cumplieron el sueño de ser jinetes profesionales en el Hipódromo de Las Américas.

Actualmente Luis Manuel Jiménez y Luis Ángel Hernández son dos de los jockeys más constantes del Óvalo de Sotelo. Guiando a poderosas máquinas de la raza Pura Sangre, tranco a tranco siguen avanzando en su carrera. Pero toda historia tiene un comienzo que para nada fue fácil.

“Mi primera carrera la hice en carriles, sin sillín, por diversión a los 11 años, montaba caballos Cuarto de Milla, pero al crecer quería más oportunidades, así que me vine a la Ciudad de México a estudiar, sin embargo, esto no fue lo mío por lo que comencé a trabajar como repartidor de cerveza”, explica Luis Hernández.

El mejor recuerdo de Luis Hernández es su triunfo con La Peralta de Rancho Cuquío, ganó siendo aún aprendiz

Para Luis el estudio no lo convenció, y al tener un sueldo seguro, decidió abandonar la escuela. Con sus amigos visitaba el Hipódromo de las Américas y le expresaba a sus compañeros que era su deseo ser un jinete profesional. “Lo mejor que me pudo pasar fue que me despidieran, pues con el apoyo de mis camaradas, decidí meterme de lleno a las carreras de caballos, conseguí una cita con el entrenador Pepe Silva, y fue él, junto a su hijo Ignacio, que me comenzaron a enseñar”.

El otro Luis

El amor hacia el deporte hípico surgió en Luis Manuel Jiménez porque su padre, en su juventud fue jinete y probó suerte en el Hipódromo de Las Américas. “Él me inculcó el amor a las carreras pese a que no tuvo tanto éxito. Se regresó a su pueblo y allá me platicó el ambiente del Hipódromo. Comienzo a entrenar caballos Cuarto de Milla y fue donde aprendí”, resalta Jiménez, rememorando sus inicios en Puebla, su lugar de origen.

Recuerda que mientras trabajaba en el Rancho de don Justo Fernández, el entrenador Jorge Ruiz Peribán lo vio montar, y es así que le ofrece contactarlo con algunos preparadores en el Hipódromo. “Fue un poco difícil, pues el primer paso es alejarte de tu familia. Nos venimos mi papá y yo a la ciudad, comencé a hablar con entrenadores. Inicié mi trabajo en la Cuadra San Jorge. Después Antonio Silva y su papá Miguel Ángel me llaman a trabajar con ellos en la Cuadra San Antonio”.

Sobrevivir, ¿todo un arte?

Luis Hernández no la tuvo fácil, al ser un desconocido, no había muchas oportunidades. No tenía un trabajo con remuneración y por momentos flaqueó, sin embargo, sus amistades dieron la cara por él. “En el aprendizaje no te pagan un sueldo, todo corre por tu cuenta, comida, seguro social, así que mis amigos me apoyaron con esos gastos. Tardé año y medio en debutar, así que dependía económicamente de ellos, y por eso tenía un compromiso y esfuerzo de llegar temprano a echarle ganas, para obtener lo que yo quería.

Por su parte Luis Manuel Jiménez se quedaba a dormir en las cuadras del Hipódromo, cuidaba a los caballos, los galopaba y así obtenía algunos ingresos, sin embargo, cuando salía la oportunidad se iba a montar carreras parejeras en carriles, y así completar para sus gastos de transporte y comida. Luis tardó un año en debutar.

Un sueño cumplido

El alejarse de la familia, las desmañanadas, la disciplina para mantener el peso, se vio recompensado a la hora de debutar. “Soy alto, tuve que bajar 10 kg., tomar cuatro transportes para llegar al Hipódromo, pero nada de eso importó cuando en 2018 logré estar en una carrera oficial. No gané hasta 2019 con la yegua Tisha de Cuadra Tehuantepec, y eso será algo inolvidable”, detalla Luis Hernández.

“Lo más placentero es la primera victoria”, afirma Luis M. Jiménez, sin embargo, confiesa que Ocaso fue su caballo especial, pues no sólo debutó en 2016 con él, sino que con el equino aprendió a montar al Pura Sangre. “Era muy manso, noble, lo trabajaba en las mañanas, el caballo con el que más me encariñé. Pero mi primera victoria la conseguí con el caballo Ketal de Cuadra San Antonio”.

Una de sus metas de Luis M. Jiménez es lograr el liderato y después irse a Estados Unidos a las grandes ligas

Origen Cuarto de Milla, pero ahora Pura Sangre

“Cuando vi trabajar a los Pura Sangre quedé enamorado de ellos, sientes el galope, una velocidad tranquila, aceleras el paso, me gustó la manera de trabajar a esta raza a diferencia de Cuarto de Milla. Los conocí y dije de aquí soy”, resalta Hernández.  

“Es un deporte muy bonito, apasionante, todo se recompensa. La competencia Pura Sangre es adrenalina, el paso, la velocidad; y cuando vas llegando a la meta, y se escucha la bulla de la gente no tiene comparación, es lo que vivo y espero seguir en esto muchísimos años más”, detalla Jiménez.

El mejor recuerdo de Luis Hernández es su triunfo con La Peralta de Rancho Cuquío. “Estábamos a 30-1. El entrenador Ariel Ruiz me dijo, véngase de punta a punta y que sea lo que Dios quiera, y así lo hicimos. Cuando entré a la última recta, me sentí solo, pero mantuve la calma y gané. Lloré porque esa carrera la conseguí aún de aprendiz”.

Por su parte Luis Manuel enfatiza “Me considero que sigo siendo nuevo en esto, sigo aprendiendo, me falta más experiencia. Pero me gustaría hacer mi carrera como Rubén Escalona que ha logrado muchas cosas en el Hipódromo de Las Américas, ganar muchos clásicos y dejar plasmado mi nombre en la hípica”.

Al llegar al Hipódromo, Luis Hernández vió trabajar a los caballos Pura Sangre y quedó enamorado de ellos

Van por más

Luis Hernández lo tiene claro, buscará irse a Canadá para abrir el horizonte, sabe que le puede ir bien, pues como menciona “donde piso dejo huella por mi trabajo, empeño y entusiasmo”. El joven de 26 años se visualiza como un triunfador, pero también está consciente que hay ocasiones donde uno está en la cima y otras abajo, pero ante todo está seguro que no se puede perder el piso cuando la situación se vea prometedora.

“¿Qué es lo que te hace mantenerte firme? Son mis orígenes, de dónde vengo, mi mamá me enseñó a ser humilde, a veces estaré arriba, otras no, pero no por eso soy más o menos”. Concluye Hernández.

A sus 22 años, Luis M. Jiménez quiere permanecer un tiempo más en Sotelo, una de sus metas es lograr el liderato de jinetes y después irse a Estados Unidos, buscar esa proyección pues sería estar en las grandes ligas. “Al seguir tu sueño no todo es color de rosa, hay cosas muy difíciles en el camino, pero hay que tener disciplina y echarle todas las ganas. El estar en el Hipódromo no es suerte, sino todo un camino de esfuerzos que al final valen la pena”.

Los Luises de Sotelo arriesgan su vida cada fin de semana al montar a los caballos Pura Sangre, se exigen al máximo para llegar a tablero y conseguir triunfos. El camino para ellos aún es largo, pero ambos ponen lo mejor de sí para ser recordados por la fanaticada hípica del Hipódromo de las Américas.

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